1-.Porque aprenden a controlar sus vidas y a controlar sus condiciones físicas y el entorno.
Al jugar los niños deben ser conscientes y controlar sus propias acciones para seguir las reglas, tanto las explícitas como las implícitas: no morder o golpear con todas sus fuerzas si juegan a peleas, caminar a cuatro patas si te toca ser caballo aunque ello resulte incómodo… Y eso les lleva a aceptar restricciones que quizá no aceptarían en la vida real, entrenando de esta manera su capacidad de autocontrol. En cambio, quienes crecen sin poder decidir y controlar sus acciones, sienten que dependen de la suerte, de la buena voluntad o de los caprichos de otros.
2-. Porque contribuye a desarrollar motivaciones intrínsecas
En la escuela los niños trabajan para obtener notas y elogios; en los deportes y actividades dirigidas por adultos, en busca de elogios y trofeos (motivaciones extrínsecas); pero en el juego libre hacen lo que quieren hacer, y el aprendizaje y los logros no son objetivo sino consecuencia de la actividad.
3. Porque aprenden a tomar decisiones, resolver problemas, ejercer autocontrol y seguir reglas
En el colegio y en las actividades infantiles los adultos deciden qué hacer y cómo debe hacerse, y resuelven los problemas que surgen. En el juego, los niños deciden por sí mismos qué hacer, cómo y solventan los conflictos o imprevistos que se plantean.